sábado, 6 de junio de 2009

“El títere no es un género menor ni está destinado exclusivamente al público infantil”

Esta entrevista ha sido publicada en MICIUDADREAL.ES

JUEVES, 21 DE MAYO DE 2009 17:46 CARLOS OTTO-REUSS

MICIUDADREAL.ES entrevista a Ramón del Valle (Palike Teatro), uno de los responsables del VI Festival Internacional de Títeres de Alcázar de San Juan, que se celebrará del 23 al 29 de mayo. Hablamos con Ramón para charlar acerca del certamen y de todo lo que rodea a esta disciplina artística.


Cía. La Chana Teatro - "Vulgarcito"

— Ramón, cuéntame la historia del Festival
— El festival nace en el año 2004. Primero, coincidiendo en el tiempo con la Feria de los Sabores, para después, a partir de la cuarta edición y por adquirir entidad propia, separarse de esta feria. Desde sus inicios ha tenido un carácter internacional. Comenzó a caminar como creemos que debe empezar todo; de manera prudente: 4 días de programación, 10 compañías y 13 representaciones; hasta la edición actual que, a pesar de la crisis, cuenta con 7 días de programación, la presencia de 16 compañías y 21 representaciones.

— ¿Qué balance venís haciendo hasta ahora?
— El balance que hacemos es absolutamente satisfactorio. Fundamentalmente porque la respuesta del público ha sido incondicional ya desde la primera edición. El principal activo del festival es sin duda el público de Alcázar, que es educado, puntual (y lo subrayo), respetuoso y agradecido. Alcázar es una ciudad culturalmente viva y la gente está muy acostumbrada a ver teatro. Luego, es fundamental cuidar la programación, hacer una buena selección de espectáculos para fidelizar al público y no defraudar sus expectativas.
Estamos muy satisfechos de lo conseguido hasta ahora porque, en tan sólo seis ediciones, el Festival de Títeres de Alcázar se ha consolidado como uno de los grandes eventos de este género que se celebran en España. Viene público de toda la comarca, goza, además, de enorme prestigio en la profesión y empieza a atraer la atención de los medios de comunicación nacionales.

— ¿Quién está detrás del Festival? ¿Y detrás de Palike?
— Detrás del festival está el apoyo y la confianza que siempre nos han brindado la corporación municipal de Alcázar, con su alcalde a la cabeza. Pero el principal impulsor del festival, nuestro mejor valedor, la persona que siempre allana el terreno y nos facilita las cosas, es Ángel Parreño, que reúne la doble condición de ser el Presidente del Patronato de Cultura y Primer Teniente de Alcalde. También está detrás la Concejalía de Cultura y todo el equipo humano del Patronato de Cultura que tiene, como no podía ser de otra forma, una total implicación con el festival.
Nosotros, Palike, nos encargamos de la Dirección Artística y toda la gestión del festival con absoluta libertad de acción y el Patronato de Cultura de Alcázar se encarga del apoyo económico, de la logística y la difusión del festival.
Detrás de Palike estamos dos personas, Josefina Arias y Ramón del Valle, que comienzan su andadura teatral hace bastantes años con el teatro de actor.

— ¿Cuánto cuesta sacar adelante el Festival? No me refiero al dinero, sino al trabajo
— Un descomunal volumen de trabajo. Nosotros nos encargamos no sólo de la dirección artística del festival, también de la gestión, que siendo el trabajo más desagradable, el menos creativo, el que no nos apetece nunca hacer; resulta absolutamente necesario y vital para el buen funcionamiento del festival.
En la gestión entra: los contratos, facturas, fichas técnicas, alojamiento y comidas de las compañías… Elección de espacios del festival y dotación de los equipos materiales y humanos necesarios. Mantenimiento y edición de la página web del festival. Diseño gráfico, edición de carteles, folletos, pancartas, adornos urbanos…. Pero por si fuera poco, toda la organización y logística de las actividades paralelas del festival (cursos de formación, presentación de publicaciones…) Y más cosas: acreditaciones, la atención a compañías, invitados, instituciones y medios de comunicación.
En cuanto a la parte más gratificante, la dirección artística, conlleva también una importante carga de trabajo. No resulta fácil hacer una programación variada, ajustada a presupuestos y de calidad que responda a las expectativas del público. Nosotros hemos visto antes todos los espectáculos que se programan en el festival. Para ello, asistimos a ferias y festivales que se celebran durante todo el año y recibimos (cada vez más) cantidades ingentes de material gráfico y DVD de compañías nacionales e internacionales, que quieren participar en el festival y que nosotros siempre vemos y valoramos con muchísimo respeto. En lo referente a compañías internacionales, tenemos que coordinarnos con otros festivales para organizar entre todos una gira.

Valeria Guglietti - "Manos libres"

— ¿Por qué títeres?
— Fundamentalmente porque somos titiriteros y nos apasiona nuestro arte. Pero hay que entender e interpretar el Teatro de Títeres en un sentido amplio, nunca restrictivo. No sólo es teatro de marionetas o muñecos. El teatro de títeres es también teatro de objetos, de sombras, de luz negra, de autómatas, teatro visual, figuras… En nuestro festival el público ha tenido ocasión de ver desde los magníficos y preciosistas teatros tradicionales de marionetas venidos fundamentalmente de los países del este, hasta lo más prestigioso e innovador a nivel mundial con respecto al teatro de sombras (Gioco Vita de Italia), de luz negra (Teatro Negro de Praga), de mimo y teatro de figuras (Hugo e Inés de Perú), de teatro de adultos de gran formato (La Cía. Corsario que se dedica fundamentalmente al teatro clásico de actor, El Espejo Negro, Pequod…), de teatros de autómatas y un larguísimo etcétera… Las técnicas, por lo tanto, son muy variadas y esto permite llegar a todo tipo de públicos.
Hay otra razón fundamental: las obras de títeres son espectáculos generalmente familiares. Hay muy pocas actividades culturales que puedan compartir los padres con los hijos. Esta es la virtud fundamental del teatro de títeres, que tiene la capacidad de convocar a familias enteras: abuelos, padres e hijos. Y todos quedan fascinados con lo que está ocurriendo sobre el escenario; esa es la magia esencial del títere, sin entrar ahora en otras consideraciones metafísicas.
Una última razón es la económica: las compañías de títeres tienen un caché que guarda una excelente relación precio/calidad, lo cual permite organizar un festival importante con presupuestos muy ajustados.

—¿Sólo el público infantil disfruta con los títeres? ¿Está entre vuestros objetivos conquistar al público adulto?
— Conquistar al público exclusivamente adulto es unos de los objetivos y retos que nos planteamos ya desde el principio. Programamos todos los años tres espectáculos para adultos (uno de ellos de gran formato) y vamos consiguiendo, poco a poco, atraer la atención de este tipo de público. El adulto que viene por primera vez a una función; repite y acaba trayendo más espectadores, fundamentalmente por el boca a boca. Antes de venir, han tenido que vencer algunos prejuicios muy arraigados, incluso entre la gente del mundillo teatral. Por eso no nos cansamos de repetir que el títere es TEATRO con mayúsculas, que no es un género menor, ni está destinado exclusivamente al público infantil.
Un matrimonio mayor que asistía por primera vez a una obra de adultos del festival hizo, al terminar la representación, un comentario muy acertado: "la verdad es que estas cosas hay que verlas para valorarlas". Otra mujer, al concluir el espectáculo Vampyria, de Corsario, comentaba: "estos espectáculos hay que verlos al menos una vez en la vida". Las valoraciones espontáneas y sinceras del público adulto nos animan a seguir recorriendo este camino.
¿Por qué existen este tipo de prejuicios? Porque durante muchísimos años, en el franquismo, las pocas compañías de títeres que existían, eran el cajón de sastre de lo peor de la profesión teatral. Sólo se hacían espectáculos callejeros, de batalla, de subsistencia, carentes de técnica y sin ningún contenido dramático. Muchos adultos, que fueron niños en aquellos años tristes, sólo tienen como referente ese depreciado y pobre teatro de títeres. Afortunadamente está situación ha cambiado radicalmente; el teatro de títeres goza actualmente de una enorme vitalidad en España. Parte de culpa la tenemos los festivales donde mostramos lo mejor de la profesión, ayudando a difundir y a valorar este arte universal. En los últimos años, las compañías de títeres están recibiendo premios en multitud de Ferias de Teatro. En FETEN – la Feria Europea de Teatro para Niños - este año, no sólo han acaparado los principales premios; se puede decir, sin exagerar, que las compañías de títeres han salvado una programación que ha sido bastante mediocre en lo referente al teatro de actor.

— Son ya seis ediciones del festival ¿Con qué problemas se encuentra uno cuando quiere montar un festival de este tipo?
— Fundamentalmente los problemas de un presupuesto bastante limitado. A nosotros nos gustaría contar con más presupuesto porque podríamos hacer más programación. Hay otros problemas de infraestructuras; el déficit de espacios cerrados de pequeño y mediano aforo, que vamos resolviendo de la mejor manera posible (hay días que tenemos hasta cinco escenarios diferentes en funcionamiento).
Necesitamos ampliar también el equipo humano de gestión del festival que se reduce, como ya he dicho, a dos personas: mi compañera Josefina y yo. Eso sí, durante el festival el Patronato pone a nuestra disposición un equipo muy profesional que se encarga de los distintos escenarios.
Otro tipo de problemas dignos de resaltar, afortunadamente no existen. En estas seis ediciones la maquinaria organizativa del festival está engrasada, ha hecho su rodaje y no existen fricciones significativas con el Patronato de Cultura de Alcázar. Nosotros gozamos de absoluta libertad, sin ningún tipo de presión, para decidir la programación del festival (incluidas las actividades paralelas) y los espacios de representación y el Patronato pone a nuestra disposición la financiación y los medios humanos y materiales necesarios. Las reglas están claras y se respetan por ambas partes; cada uno sabe el espacio que le toca ocupar y esto evita conflictos.

Scarlattine / Luna e Gnac / Michele Cramaschi - "Manolibera"

— Vosotros sois de Ciudad Real. ¿Por qué el festival es en Alcázar?
— La pregunta del millón. Nosotros llevamos residiendo en Ciudad Real desde hace 23 años, pero Josefina y yo hemos nacido en Alcázar; y allí fue donde iniciamos nuestra andadura teatral fundando el grupo La Mueca. Pero es en Ciudad Real donde tenemos nuestro taller de trabajo; somos, por lo tanto, una compañía de Ciudad Real y así nos venimos revindicando. Sin ningún éxito, porque nunca hemos podido estrenar nuestros montajes en Ciudad Real, ni hemos tenido ninguna colaboración ni ayuda de la corporación municipal ni de los funcionarios de la cultura, que siempre han pasado olímpicamente de nosotros, quizá porque no somos muy dados a pasillear, ni a frecuentar las relaciones políticas, ni a proclamar a los cuatro vientos lo guapos que son y lo bien que lo están haciendo (sería mentir), ni a darles las gracias por no hacer absolutamente nada en favor de la cultura de la ciudad.
¿Por qué el festival en Alcázar? Porque es una ciudad culturalmente viva desde hace muchos años y porque sus responsables políticos tienen orejas para escuchar, cabeza para valorar propuestas y el coraje de llevarlas adelante si las consideran buenas para la vida cultural de su ciudad. No son perezosos y trabajan, se ganan el sueldo que los ciudadanos le pagan.
Organizar un festival así en Ciudad Real es impensable, porque ocurre todo lo contrario: es una ciudad culturalmente muerta por culpa de sus responsables políticos, que son indolentes, no actúan como servidores públicos (ni siquiera se dignan a recibirte), cercenan cualquier iniciativa cultural y no muestran ningún interés por conocer ni apoyar las actividades de los grupos, asociaciones y artistas locales.

— Palike Teatro forma parte del Círculo de Bellas Artes, desde donde siempre se ha pretendido un cambio en los modelos culturales de las administraciones. ¿Cómo va ese camino?
— Con respecto a la administración local de Ciudad Real el tema nos produce cierta flojera, aburrimiento, hartazgo… porque es un mal endémico de esta ciudad y el Círculo y la gente que estamos con ellos, estamos luchando para cambiar un modelo cultural caduco. Pero nosotros estamos convencidos de que con esta tropa; con los responsables de la cultura de Ciudad Real (incluidos los técnicos), se han agotado ya todas las vías posibles de dialogo y de colaboración y que ha llegado el momento de ser más beligerantes y de darles una merecida y sonora cacerolada.
Esta gente, desde siempre, vive instalada en el modelo cultural del tardofranquismo: festejo, folclore, Semana Santa y poco más. Hemos pasado de un Concejal rancio y folclórico, Rafael Romero, del que la gente con cierto sentido común nada nuevo podíamos esperar; a una cara joven, Lydia Reyero, que se prodiga mucho en los medios para vender naderías, y que generó alguna expectativa de apertura y participación, que finalmente ha resultado ser un fraude, porque se ha enrocado sobre sí misma y no ha cumplido ninguno de los compromisos públicos que adquirió con los colectivos y asociaciones culturales de Ciudad Real, siendo testigos los medios de comunicación. Cambiar para que nada cambie, de eso se trata. Lydia Reyero practica la estrategia de las buenas palabritas, ha resultado ser un fiasco, una estafa para los que le concedimos alguna vez el beneficio de la duda, porque pensábamos que las cosas podían empezar a cambiar. Más de lo mismo; ¡que aburrimiento! Seguimos en el exilio cultural.
Respecto de la Diputación Provincial de Ciudad Real, el diálogo es más fluido; al menos existe, pero hay mucho camino que recorrer. Se han concedido subvenciones finalistas multimillonarias a alguna compañía, que pone los pelos como escarpias al resto del colectivo teatral de la provincia de Ciudad Real. El teatro provincial es paupérrimo y no se justifica que este maná prodigioso vaya a parar a un solo proyecto de una sola compañía. Con la Muestra Provincial y con la Campaña de Fomento hay también muchas deficiencias que urge mejorar. Con este objetivo, se está trabajando desde el Círculo y desde PLAMTE (Plataforma por la Mejora del Teatro en la Provincia de Ciudad Real), colectivo al que también pertenecemos.

Kamante - "¡Que viene el lobo!"

— ¿Hablan distintos idiomas las administraciones y los artistas?
— Generalmente sí. Las administraciones, mejor dicho; los responsables políticos de las diferentes administraciones buscan siempre la rentabilidad inmediata. Apuestan culturalmente por eventos que se vean, que acaparen la atención de los medios para poder salir en la foto. Para ellos lo importante no es el contenido de lo que se hace, sino la propaganda, que todo el mundo vea y sepa que se hacen cosas. Esta forma de entender la cultura, la de los grandes fastos, condiciona el trabajo de los artistas y la libertad de creación. Pero también hay que decirlo; existen pocos artistas absolutamente independientes. Si entendemos la cultura como un derecho fundamental que las distintas administraciones tienen el deber de proteger y fomentar, entonces la cultura subvencionada es absolutamente necesaria. Pero tiene una desventaja: fomenta el oportunismo, el clientelismo y empobrece la producción artística, cuando las administraciones no utilizan criterios objetivos y de equidad a la hora de conceder determinadas subvenciones y de valorar proyectos. Existen multitud de artistas que realmente son funcionarios, porque viven exclusivamente de la caza de subvenciones, y sacan adelante meros productos de consumo cultural, condicionados por lo que toque conmemorar ese año, y que han abandonado la verdadera producción artística.

—¿Se entenderán algún día?
— Hay, afortunadamente, cauces de entendimiento y esto no depende del color político, sino de calidad y de la capacidad de compromiso de las personas que tienen responsabilidades públicas. Un ejemplo claro es la relación que nosotros mantenemos con la corporación de Alcázar a través del festival de títeres: las cosas funcionan bien porque existe respeto y confianza profesional y porque cada uno asume su responsabilidad y sabe ocupar el espacio que le pertenece. Esta colaboración entre artistas y administraciones tienen beneficios inmediatos para la vida cultural de la ciudad y los ciudadanos saben percibirlo y apreciarlo. A veces, organizar determinadas cosas no es un problema de dinero, sino de ganas de trabajar y de voluntad política. Y también de saber elegir a las personas adecuadas y capaces para llevar los proyectos adelante.