ANATOMÍA DE LA CIUDAD MUERTA
No es fácil salir de la Ciudad Muerta; los pusilánimes se conjuran para acallar las voces acompasadas y los armoniosos ecos, sembrando insanas semillas de discordia y desunión. Pero son completos cadáveres de muerte cerebral y no tienen inteligencia social (5): su egoísmo ya no contagia, su arrogancia repele y la pesada losa del individualismo los entierra profundo, aunque puedan presumir -no mienten- de tener el panteón más hermoso (pomposo) del campo santo. Carecen también de asertividad (6) porque confunden la justicia con la propia conveniencia, piensan -si los demás respiramos- que robamos su aire y siempre están dispuestos a apropiarse, sin rubor, de ideas y méritos que no le pertenecen. Ni tampoco conocen la empatía (7) porque solo oyen (a veces ni eso) pero no escuchan y nunca se conmueven, ni se alegran, ni se impregnan de sentimientos y éxitos ajenos.
Aunque resulte innecesario administrar La Nada, hay gobierno en la Ciudad Muerta. Sí, el mismo que desde tiempo inveterado la vació de vida, de sustancia, le trepano su alma y su cerebro y la dejó muerta. No gobiernan los mejores, porque esto sólo ocurre en Shangri-La (4), tampoco los poderosos discerniendo con justeza el aforismo: “la autoridad se reconoce, el poder se impone”. Carecen de autoridad, pero -seamos ponderados- no son tiranos, tan sólo indolentes por la inercia de hastío que La Nada siempre impone.
Especies variopintas medran en la anodina corte de la Ciudad Muerta: redichos de cultura parda aprendida en almanaques gregorianos, saltimbanquis y maestros de ceremonias del “riau riau”, seres ridículos que usan anteojos en la primera fila del teatro y también tontainas de al menos dos cotegorias (8). A las altas cumbres de la Ciudad Muerta, a las atalayas privilegiadas donde todo el reino se divisa, sólo pueden subir los reptiles (reptando, claro está, con ímprobo esfuerzo) y las águilas. Pero esta bella y “rara avis”, que se eleva, vuela y regodea majestuosa, se encuentra hoy en peligro de extinción.
Pero en la Ciudad Muerta no todo son cadáveres macilentos, herrumbre, polvo, espesas telarañas, deplorables cortesanos y cazadores asesinos de águilas. Hay lugares recónditos donde el agua murmura y un aroma de flores se desvanece. Parajes donde un atisbo de vida reverdece.
(2) SOLILOQUIO DEL DIFUNTO HEROICO
Apoyos morales los tuve por doquier,
de esos de: “no me molestes, si puede ser”…
y: “ya sabes que te apoyo de verdad”…
Conocí muchos “Aversi” de buena voluntad:
“A ver si voy… a ver si puedo… a ver si hago”….
“¡venga… que mañana me pongo sin faltar!”
Fue todo un compromiso vago
y ganas de mentir y de enredar.
Pero mi muerte se precipitó
con la traición más vil e imperdonable
de aquel que siempre me manifestó
la más firme adhesión inquebrantable.
(Ramón del Valle Vela)
(3) En la mitología Griega, Cerbero (en griego Κέρβερος Kérberos, “demonio del pozo”), también conocido como Can Cerberos, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas con una serpiente en lugar de cola. Cerbero guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cerbero
Albrecht, Kart – Inteligencia Social (la nueva ciencia del éxito), Ediciones B, Grupo Z. Edición 8/8/2006, pág. 368
(6) Lange y Jakubowaki (1976), plantean que: "La aserción [asertividad] implica defender los derechos y expresar pensamientos y creencias en forma honesta, directa y apropiada, sin violentar los derechos de los demás. La base de la aserción es la comunicación mutua, dar y recibir respeto"
http://usuarios.lycos.es/doliresa/index-3.html#_ftn3
(7) Uno de los elementos clave que forma parte la inteligencia emocional, es la empatía, que el diccionario de la RAE define como " Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro". En otras palabras; la empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, facilitando la comunicación interpersonal, el compromiso, el afecto y la sensibilidad. (8) Una retahíla popular dice:
“Hay tontos que tontos nacen.
Hay tontos que tontos son.
Y hay tontos que tontos hacen
a los que tontos no son”
Y añado yo: hay tontos que encima se alegran (de serlo).
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